EL HOMBRE Y LOS ANIMALES

(Primera Versión: noviembre de 1999
Última Actualización: 20 de noviembre de 2003)

Nota: En fecha reciente he incorporado un comentario que implica, en alguna medida, un enfoque contrario a la filosofía inicial de esta página.

En esta página trataré de analizar las conductas, propiedades o características que nos diferencian (o no) del conjunto de seres vivos que identificamos como "animales". 

A muchos de nosotros nos enseñaron, desde muy chicos que el Ser Humano es diferente a los animales. Entre las cosas que se me inculcaron de pequeño puedo citar:

Pero con los años, y después de estudiar las evidencias de la teoría de la evolución, es razonable que uno se empiece a plantear hasta dónde es tan firme la división entre seres humanos y animales. ¿No se trata sólo de una soberbia muy propia de nuestra especie?.

Como en otras páginas, no voy a analizar las razones religiosas, que son afirmaciones de fe sin demostración y por tanto no refutables en sus propios términos. Me atendré solamente a lo que conocemos como análisis científico.

Entonces, para "demostrar" que el ser humano no pertenece a la categoría de los animales, será necesario encontrar al menos una propiedad que sea única y propia del ser humano. En otras palabras deberemos encontrar una diferencia cualitativa y no meramente cuantitativa.

Empecemos el análisis (como de costumbre, no pretendo ser dueño de la verdad, sólo expongo mi punto de vista):

En resumen, yo no he sido capaz de encontrar diferencias cualitativas que nos permitan diferenciarnos netamente de los animales. Quizás debería profundizar en las características "negativas" como el cinismo, la hipocresía, la adulación, etc. Pero me temo que también (en mucho menor medida) también se encuentra en las demás especies animales.

Conclusión tentativa

Los seres humanos no somos más que una especie animal con características propias.

Y esto no puede hacernos daño. Como ya expliqué en otra de estas páginas, quizá sea malo tener malas cartas para jugar una partida de póquer, pero es mucho peor negar las cartas que uno tiene y auto-engañarse. Si uno apuesta creyendo que tiene una escalera real y en realidad sólo tiene un par de reyes, puede sufrir mucho cuando se den vuelta las cartas.

Dentro de la observación anterior hay un engaño habitual que nos gusta creer. Este engaño se relaciona con lo que calificamos de "humano", en forma de adjetivo.

Nos gusta creer que el comportamiento humano normal (o natural) es la bondad, el altruismo, la cooperación desinteresada, la honestidad, etc, etc. Y todas las demás conductas son aberraciones. Como ejemplo, creemos que el ser humano es bueno pero el poder lo corrompe. ¿No es más fácil admitir que el ser humano es ambicioso (sobre todo de poder) y que cuando tiene poder se comporta como lo que realmente es?.

Pero frente a expresiones como la anterior nos horrorizamos e insistimos que alguien es "humano" o tiene comportamiento "humanitario" cuando se sacrifica por los demás. 

Pero insisto, no tiene que preocuparnos ser como somos. Sólo cuando se entiende el problema se lo puede resolver. Si queremos mejorar nuestra conducta, tratemos de entender cómo somos. De otro modo vamos a aplicar el remedio equivocado y siempre tropezaremos con la misma piedra. 

Si siempre creemos que el próximo gobernante va a ser mejor, siempre caeremos en la desilusión. ¿No es mejor aceptar las "fallas" (o conductas habituales) humanas y tratar de proceder en consecuencia?.

Oh!. Por supuesto que existen seres humanos bondadosos (y cada uno de nosotros se considera así). Y esta es la base del engaño de los déspotas y ambiciosos. Sin el ejemplo "humano" no podrían engañarnos sistemáticamente.

Segunda conclusión:

En nuestro propio beneficio, aceptemos que "el Rey está Desnudo", como en el cuento infantil. El ser humano poderoso siempre ha destruido (o esclavizado) al más débil. Y se ha conseguido el "progreso" en base a la ambición personal desmedida.

Y lo malo es que califiquemos a esa conducta de "mala" o "inhumana" porque entonces nos ponemos una venda en los ojos. Si queremos combatir la "humana" ambición más vale que la identifiquemos como raíz profunda y no como accidente momentáneo. Pero dado que es una raíz profunda no nos asustemos si descubrimos que necesitamos de ambiciones desmedidas para tener el tipo de sociedad (y de confort social) que tenemos. O el científico no ambiciona la fama cuando lucha desesperadamente por ser el primero en hacer un descubrimiento?.

De hecho, creo que nos engañamos tanto en nuestra propia evaluación, que el ser humano es uno de los animales menos "humanos" (en el sentido regular del término) de La Creación. Pero nos gusta llevar la venda en los ojos. Es la misma venda que nos hace creer que cada uno de nosotros es bueno y todos los demás tienen todos los defectos.

Y, por supuesto,... yo puedo escribir todo esto porque no tengo los defectos de los demás seres humanos. :-)


Agregado el 20 de noviembre de 2003.

En respuesta a mi propio comentario "En otras palabras deberemos encontrar una diferencia cualitativa y no meramente cuantitativa" en la actualidad me encuentro en una etapa de crisis (muy positiva) que me obliga a pensar que quizás exista la diferencia cualitativa que considero necesaria para establecer una diferencia absoluta entre los hombres y los animales.

Por diferentes razones, en las que estuvieron involucradas mis propias páginas en Internet, he tenido que reconsiderar el efecto de las palabras en la conducta humana. Si bien en el desarrollo inicial mencioné que no somos la única especie que se comunica (gestualmente, con sonidos, etc) estoy empezando a creer que somos la primera especie que logra un tipo de comunicación cualitativamente diferente.

Gracias a la palabra escrita podemos:

Gracias a la palabra oral logramos:

Y, además, y quizás más importante, el lenguaje oral y escrito nos ha permitido generar una herencia no genética con más influencia en las generaciones siguientes que el mero traspaso de genes.

Gracias a la palabra, los seres humanos somos la primera especie con herencia cultural. Otras especies logran transmitir acciones mecánicas de generación en generación, pero nosotros también logramos transmitir conceptos y sentimientos a las generaciones siguientes. .

..Y esto suena a cambio cualitativo. :-)


Comentario

Por Ricardo (tudela10@supercable.es) - 12 de julio de 2001

El hombre es malo por naturaleza, creo yo.

Y el ejemplo más próximo lo tengo en mí mismo: a veces siento envidia, e intento reprimirla, o ira, e intento reprimirla, o celos, e intento reprimirlos, o vanidad, e intento reprimirla, o egoísmo, e intento reprimirlo, etc, etc, etc. A lo mejor no la mayor parte del tiempo, pero es así. Y lo calificamos de malo, como tú dices.

No creo que sea malo sentir todo eso: es natural, y aunque nos hayan educado en el cristianismo más puro (no es mi caso), donde nos enseñan la bondad, la generosidad, etc., esos sentimientos no terminan. Entonces, digo yo, ¿por qué luchar contra eso? ¿por qué no aceptarlo? Yo he conocido personas que admitían ser egoístas o vanidosas tranquilamente, sin alterarse. Lo que pasa es que esta es una sociedad muy hipócrita.

Yo asemejo esto con el sexo. Siempre se ha intentado ocultar el tema del sexo a los niños para no escandalizarlos. ¡Menuda barbaridad! Si somos seres sexuados, es NATURAL que tengamos deseos sexuales, y para que todo marche con naturalidad en el futuro hay que dar información igual que se dan matemáticas o historia. Siempre se ha asociado los deseos sexuales (sobre todo de las mujeres) con el vicio o con la promiscuidad, no sé, siempre con algo negativo. Y esto afecta a la sexualidad de las personas.

Pues lo mismo, creo que la hipocresía de la sociedad influye en el conocerse a uno mismo tanto como la represión sexual afecta a la sexualidad de las personas.


 

 

 

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